sábado, 14 de septiembre de 2013

La duda liberadora




Era un buscador de otras realidades. Había vagado por muchos reinos y llegó a un santuario tibetano en el que había un recio ermitaño. Era un lugar espléndido para la reflexión y le pidió al ermitaño permiso para quedarse allí unos días. -Haz como te venga en gana- dijo el ermitaño sin demostrar ninguna simpatía

Unos días después, el buscador se sentó junto al ermitaño. Reinaba un silencio perfecto. El aire era puro. Ermitaño y buscador se miraron. El ermitaño intimidaba con su reciedumbre al buscador, pero éste se atrevió a preguntar:

* ¿Cómo soy yo?
* Como una vaca – repuso el ermitaño.

El buscador se quedó atónito. La comparación lo dejaba muy sorprendido.
* No te asombres – dijo el ermitaño, contemplando su reacción - ¿Acaso no comes?
* Sí, lo hago.
* También una vaca. Y dime, ¿no duermes?
* Sí, todos los días.
* Como una vaca. ¿Y no defecas?
* Lo hago.
* Como una vaca. Ya lo ves, eres como una vaca.

Entonces el buscador replicó:
* No lo creo.
* Ésa es la diferencia – dijo entonces el ermitaño – Que tú dudas y la vaca no. Si tu duda es inteligente y te ayuda a investigar la última realidad y hacerte uno con ella, entonces dejarás de ser como una vaca. De otro modo, amigo mío, tú y la vaca sois iguales... aunque las vacas suelen ser más pacíficas que los seres humanos. 


lunes, 9 de septiembre de 2013

Lemas budistas para la alimentación


  • Disfruta con atención consciente de la energía que recorre la cocina y el comedor.
  • La felicidad se siembra y se recoge. Sólo nosotros podemos entrar en nuestro propio huerto. Somos absolutamente responsables de nuestra cosecha.
  • Lo que afecta al cuerpo acaba afectando a la mente, y a la inversa.
  • Cuando comemos con atención plena, transformamos un acto vulgar en un acto espiritual y, por tanto, nos acercamos a la plenitud (Iluminación).
  • Una atención activa durante el uso de las tres puertas mediante las cuales nos comunicamos con el exterior (cuerpo, palabra y mente) es la herramienta fundamental para maximizar nuestro desarrollo. Sin esa atención actuamos descontroladamente y nos alejamos de la felicidad.
  • El hambre y el apetito son alarmas de nuestro organismo para advertirnos sobre la necesidad de reponer energías. Debemos estar atentos a sus llamadas, pero evitando convertirnos en esclavos de nuestros propios impulsos.
  • Lo que he comido forma parte de mí, por lo que puedo afirmar que, además de lo que yo era antes, ahora también soy lo que he comido.
  • Antes de empezar a comer debemos detenernos un momento y contactar con nuestro organismo para detectar si realmente tenemos hambre o no. También tenemos que intuir cuánta comida necesitamos, qué tipo de alimentos nos convienen más, cuánta compañía requerimos a la mesa...
  • La bendición de los alimentos tiene un efecto relajante e inspirador de los valores positivos.
  • Para que la digestión sea excelente, el estómago no debe estar totalmente lleno.
  • Nuestra actitud durante la comida debería ser la de aprender a crecer también en ese momento.
  • Tenemos que generar gratitud hacia todos los seres que han hecho posible que hayamos disfrutado de la comida. También enviaremos un mensaje positivo para quienes padecen hambre en el mundo.

    Extraído del libro Manual de cocina para la felicidad, Monjes Budistas del templo Sakya Tashi Ling.